La Real Academia Española define "excelencia" como: superior calidad o bondad que hace digno de singular aprecio y estimación algo. Y yo añado: O alguien.
Se puede aplicar a cualquier aspecto de nuestra vida cotidiana, ya que uno de nuestros objetivos es conseguir ser mejores en lo que hacemos. Esta misma filosofía es la que se ha trasladado al mundo empresarial. ¿Por qué no buscar también esa mejoría mediante la denominada excelencia?
A pesar de lo monumental del término, se ha convertido en un vocablo de uso común en el mundo Lean Manufacturing, siendo a veces demasiado manido y vulgarmente empleado. De hecho, la excelencia ha desplazado de manera impactante a la Calidad Total, aunque muchos de los items que forman parte de una lo son de la otra. El mismo mono vestido de diferentes sedas.
Pero, dejémonos de terminología. Lo que importa realmente son los objetivos. ¿Qué queremos conseguir? ¿Dónde queremos estar? ¿Qué hay que hacer para conseguirlo? Tres cuestiones que resumen a la perfección un plan de acción y búsqueda de objetivos a realizar.
Tal y como María Eugenia Hassan indica en Gestiópolis, "la excelencia no tiene límites de velocidad y para eso se requiere libertad, decisión, voluntad e inteligencia". En un entorno competitivo, en el que la búsqueda de fiabilidad y seguridad hay que hacerla de manera que no nos quedemos los últimos, la velocidad está algo más comprometida. No podemos poner prisas a unas etapas de perfeccionamiento que contemplan muchos cambios organizativos, pero la coyuntura pone trabas y, a veces, esto hace cometer errores.
Los pasos hay que darlos de manera firme pero no definitiva. ¿Qué quiere decir? Rectificar es de sabios, no de idiotas. Si ponemos en marcha alguna acción en pos de conseguir un paso más hacia la mejoría de procesos y no funciona tal y como esperamos, no pasa nada. Daremos marcha atrás y probaremos otra cosa. Nunca existirán las panaceas.
Pero no debemos olvidar el aspecto más importante de todos: para conseguir plantear el camino hacia la excelencia, tenemos que contar con los recursos humanos de la empresa. Sin ellos cualquier búsqueda de mejoría será infructuosa, por lo que tenemos que contar con todos y hacérselo saber. En este último punto es dónde radica lo más difícil.
La capacidad de hacer partícipes a la gente depende, en gran medida, de la capacidad comunicativa del equipo líder. No sólo hay que tener conocimientos técnicos, sino que muchas veces es necesario tener muchas más habilidades comunicadoras para hacer llegar los mensajes lo más hondo posible, sin descalabrar a nadie.
Y es que es muy fácil dejarse por el camino alguna baja. Los oyentes del discurso se deben sentir apoyados y admirados, todas las personas de la organización aportan su granito de arena para mantener a flote las expectativas, por tanto debemos hacérselo saber no sólo con buenas palabras un momento en concreto, sino de manera continuada.
Pero no debemos olvidar el aspecto más importante de todos: para conseguir plantear el camino hacia la excelencia, tenemos que contar con los recursos humanos de la empresa. Sin ellos cualquier búsqueda de mejoría será infructuosa, por lo que tenemos que contar con todos y hacérselo saber. En este último punto es dónde radica lo más difícil.
La capacidad de hacer partícipes a la gente depende, en gran medida, de la capacidad comunicativa del equipo líder. No sólo hay que tener conocimientos técnicos, sino que muchas veces es necesario tener muchas más habilidades comunicadoras para hacer llegar los mensajes lo más hondo posible, sin descalabrar a nadie.
Y es que es muy fácil dejarse por el camino alguna baja. Los oyentes del discurso se deben sentir apoyados y admirados, todas las personas de la organización aportan su granito de arena para mantener a flote las expectativas, por tanto debemos hacérselo saber no sólo con buenas palabras un momento en concreto, sino de manera continuada.
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